domingo, 28 de abril de 2013

V DOMINGO DE PASCUA



SAN JUAN 13, 31-33a.34-35 

"Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: 
- Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. (Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.) Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros."

EL AMOR HACE NUEVO EL UNIVERSO:

Considéralo el uniforme de la institución, la señal por la que puedan ser reconocidos los discípulos de Jesús; es también el testamento de Jesús, el mandato nuevo, su mandato, el que da a los suyos cuando ya le queda poco de estar con ellos: “Que os améis unos a otros como yo os he amado”. 
Este mandato, acogido, abrazado, cumplido, es el que hace nueva la tierra, nuevo el cielo, nueva la ciudad santa. 
 Este mandato, acogido, abrazado, cumplido, hace de ti, Iglesia de Cristo, la morada del amor, la morada de Dios con los hombres. 
El amor que es Dios, enjugará las lágrimas de los que lloran: “Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor”. El amor que es Dios, el amor con que eres amada en Cristo, el amor con que Dios ama en ti, ese amor hace nuevo el universo. 
Asómate en la eucaristía a la novedad del mundo.
 Feliz domingo. 

Siempre en el corazón Cristo. 

+ Fr. Santiago Agrelo 
Arzobispo de Tánger

domingo, 21 de abril de 2013

DOMINGO IV DE PASCUA, DOMINGO DEL BUEN PASTOR




San Juan 10, 27-30

"En aquel tiempo, dijo Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno”.

REFLEXIÓN PASTORAL

La imagen de Dios como pastor se remonta a los profetas (Jer 23,1-2; Ez 34). También los salmos conocen este perfil divino (Sl 23,1; 80,2). Con ella se quería descalificar a los falsos pastores, que no guiaron al pueblo según el designio de Dios, y sobre todo ratificar que Dios en persona asumirá ese quehacer. “Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré...; buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada...Y suscitaré un pastor que las apaciente” (Ezq 34,11-23). ¿Cómo no ver en la parábola de la oveja perdida (Mt 18,12-14; Lc 15,4-7) y sobre todo en la imagen de Jesús, el Buen Pastor (Jn 10), el cumplimiento de esa profecía? La carta a los Hebreos hablará de Jesús como “el gran Pastor de las ovejas en virtud de la sangre de una Alianza eterna” (13,20) 
 Es cierto que esta imagen -Pastor y ovejas- hay que despojarla de toda connotación gregaria, pues ser oveja -discípulo de Jesús- no es un hecho gregario sino personal. 
Jesús es el Buen Pastor, que conoce personalmente y da vida personal -su vida y “en abundancia” (Jn 10,10)- –por y a sus ovejas. Ovejas que son un don del Padre -“mi Padre me las ha dado”-; ovejas que son su propiedad -“nadie puede arrebatármelas”- ¡Qué serenidad y confianza para nuestra vida sabernos conocidos y amados así por Cristo! 
Pero ese conocimiento del Buen Pastor implica el reconocimiento-seguimiento de las ovejas -“escuchan mi voz y me siguen”-. ¡Qué responsabilidad para nuestra vida! Porque esto tiene consecuencias muy importantes. Ese seguimiento es, en primer lugar, acogida: supone reconocer el paso de Dios por mi vida. “Mira que estoy a la puerta llamando” (Apc 3,20); es conocimiento y personalización de los núcleos fundamentales de la persona de Jesús: sus sentimientos (Filp 2,5ss), su mentalidad (I Cor 2,16), su estilo (I Jn 2,6), hasta convertirle en protagonista de la propia existencia (Gal 2,20); es, finalmente, testimonio que, como nos recuerda la 2ª lectura, ha de ser veraz, es decir, sincero, profundo y hasta sangrante.
¿Tenemos conciencia, experiencia de esta vida y de esta presencia del Buen Pastor? ¿Sentimos su pertenencia a Él como algo fundamental? ¿Languidecemos por inanición o nos alimentamos con su pasto vivificante? ¿Escuchamos y seguimos la voz del Señor o andamos descarriados y perdidos por caminos sin futuro tras la voz de mercenarios? 
 Pero, no lo olvidemos, también Jesús, es presentado como el Cordero, degollado.

REFLEXIÓN PERSONAL

.- ¿Qué resonancias personales evoca en mí la imagen del buen Pastor?
.- ¿Reconozco y escucho su voz?
.- ¿Cómo ejercito yo mi responsabilidad “pastoral” -todos la tenemos-?

DOMINGO MONTERO, OFM Cap

viernes, 19 de abril de 2013

¡SEÑOR, CONFÍO EN TI!



¡Señor, confío en Ti!
¿En qué se funda mi esperanza?
En el Amor de Dios manifestado plenamente en Jesucristo.
Y Jesús nos ama hasta el extremo de entregar su vida por nosotros en una Cruz.
Y este Amor exige una respuesta de amor.
Tú fuiste, Señor, el primero en amarme y en dejarme sentir tu Amor, para que yo te amara.
El primero en mirarme a los ojos y llamarme por mi nombre, para que te siguiera.
En medio de mi debilidad Tú has sido siempre mi Fortaleza.
Cuando me he sentido "nada! y convencido de que no soy NADA, Tú has sido para mí "Mi Todo".
¡Sí, Señor, confío en Ti!
porque eres mi Vida, mi Amor, mi Felicidad...
En los momentos de oscuridad y de cansancio, no estoy sola, Jesús sale a mi encuentro y me dice:
"No temas, confía"
Estas palabras de nuevo me devuelven el entusiasmo, la paz y la alegría
 para seguir siendo signo de esperanza en medio del mundo.

Vosotras y vosotros, jóvenes, que a veces no sabéis qué hacer o qué rumbo seguir:

Os sugiero: Entrad en una Iglesia, poneos delante de Cristo Crucificado -ya Resucitado-, dejaos interpelar por Él, y no tengáis miedo en seguirle.
Os aseguro que en Él encontraréis la Felicidad verdadera, la Paz plena y la Alegría desbordante.
Yo, desde mi clausura pediré para vosotros lo que pido para mí:
una Fe viva, una Esperanza fuerte y un Amor grande...

(Sor Mª Rosa Blanca de Getsemaní, osc)

miércoles, 17 de abril de 2013

¿TE ATREVES?


Señor Jesús, confío en Ti
porque eres el Camino
que lleva a la Vida verdadera.

Confío en Ti
porque eres el Buen Pastor
que sale siempre a buscar
a la oveja perdida.

Confío en Ti 
porque eres el Pan Vivo
bajado del cielo, 
que me da la gracia y la fuerza
para el camino de la vida.

Confío en Ti
porque eres la Luz 
que todo lo ilumina.

Confío en Ti
porque eres la Puerta
que lleva a la Felicidad plena.

Confío en Ti
porque sé que siempre quieres
lo mejor para mí.

Confío en Ti
porque me amas,
ahora y por toda la eternidad.

Confío en Ti
porque siempre estás cerca
aunque, a veces, no lo parezca.

Confío en Ti
porque lo puedes todo,
me conoces del todo,
y me quieres a pesar de todo.

Y tú, joven
¿te atreves a conocer a Jesús?
Él te está esperando desde toda la eternidad.

¿Te atreves a confiar en Él?
Él no te defraudará.

¿Te atreves a preguntarle: "Señor, ¿qué quieres que haga?"
Él te colocará en el puesto creado exclusivamente para ti.

Yo te ofrezco mi oración
para que te atrevas a dar el paso
que te lleva a la Felicidad.

                                                                                 (Sor Mª Cristina de la Eucaristía, osc)

martes, 16 de abril de 2013

MI EXPERIENCIA


2ª  pista:  DECISIÓN Y RIESGO
IRENE tomó la decisión y se arriesgó a estar unos días con el Señor para conocerle más. Ella misma nos cuenta su experiencia:

La cosa comenzó hace un año cuando iba a hacer la confirmación. Fuimos a hacerles una pequeña visita y así las conocí. Luego comenzamos a ir a las vigilias de la noche un grupito de mi parroquia y un día nos invitaron a ir a ver una película: la de "Clara y Francisco". Y después de haberla visto, pues no sé, como que me encendió una lucecita y me entró mucha intriga, y no sé por qué, pero me decidí.
Entré con miedo, pero al instante, bueno, cuando concí a todas se me pasó. Mi primera frase, bueno, pensamiento, fue "de oración en oración", pero al final le cogí el gusto. Nos levantábamos, bueno, me levantaba a las siete, pero ellas llevaban despiertas desde las seis. Me traían un colacao calentito antes de ir al coro a Laudes y Tercia. Cuando terminábamos íbamos en procesión hasta el comedor donde desayunábamos, y al acabar cada una iba a sus trabajos. Yo estuve en la encuadernación algún que otro rato con Sor Cristina, pero marchaba a hacer deberes y luego subía la Madre y Sor Teresa a darme clases, bueno, "catequesis"; eran como enciclopedias: sabían de todo.
Mi celda era super acogedora y cómoda y tenía una frase que me marcó, bueno, que me llamaba y me sigue llamando mucho la atención: "ABRÁZATE, VIRGEN POBRE A CRISTO POBRE", de Clara de Asís. El conjunto era genial, le cogí el tranquillo al tercer día y era como un sueño. No había ninguna voz, era supertranquilo y no había ningún ruido molesto. Los patios eran preciosos y acogedores. Mis sitios favoritos fueron donde tienen al Cristo de San Damián y la gruta de la Virgen blanca, era bellísima. Los recreos eran más divertidos que los de clase, sobre todo cuando se ponían a jugar a las cuatro esquinas, bueno, seis, o al balón-ventana. Los recreos eran después de comer y de cenar. Antes de comer rezábamos Sexta y después había recreo.Cuando terminaba el recreo había una hora de reflexión; para mí era la hora de la siesta o de los deberes. Después rezábamos Nona y había un tiempo libre hasta la hora de Vísperas y la Misa, que la presidia el capellán, D. Antonio. Después cenábamos y había otro recreo, y después, a las diez y media nos íbamos para la cama.
Ha sido una experiencia muy "movida" pero gratificante y ha enseñado demasiado; he conseguido bastantes razonamientos y enseñanzas y me ha, más o menos, abierto los ojos. Pero claro, sólo tengo 15 años, que mucha gente se sorprendía, pero creo que he conseguido aumentar mi grado de madurez, y me han enseñado a comer rápido. Os reiréis, pero cuando iba terminando o comiendo el segundo plato, ellas ya iban por el postre, y algunas ya habían terminado. También me enseñaron a tocar el piano y a cantar, más o menos, porque muy bien no lo hago.
En definitiva, ha sido una experiencia muy agradable y bonita, que me enseñó que con poco o nada se puede vivir mejor que los que lo tienen todo. 
Bueno, mi nombre es Irene y sólo tengo 15 años.

lunes, 15 de abril de 2013

SEMANA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES


 SALMO VOCACIONAL

¡Confío en Ti!

¡Qué gozo y qué paz desborban en mi alma, Dios mío!
al ser elegida para vivir en tu Casa; 
mi corazón y mi carne
saltan de alegría, 
por Ti, Dios mío.

Hasta el hermano gorrión
y la hermana golondrina
han hecho en ella su nido,
para colocar sus polluelos...
ellos cantan tu gloria,
Señor mío y Dios mío.

¡Dichosa la joven!¡Dichoso el joven!
que escuchan tu voz
y se deciden a vivir en tu Casa,
alabándote siempre.
Tú serás su fuerza y energia
por los días de su vida.
Sí, ¡dichos@s quienes confían en Ti!

Cuando llegue la hora de la prueba, 
la monotonía de la vida
y sientan su vida reseca,
en medio del desierto
encontrarán oasis,
corrientes de agua viva,
y brotará en sus corazones:
el Amor, la Felicidad, la Paz.

Caminarán en tu presencia, Señor, 
cogidos de tu mano,
descansando en tu Corazón...
Señor, ¡dichoso el joven que confía en Ti!

Señor, Buen Pastor
escucha mi súplica:
dales un corazón dócil
para escuchar tu voz,
pues tu voz es dulce,
tu voz es persuasiva,
tu voz es melodiosa,
Sí, ¡dichoso el joven que escucha tu voz!

Vale más un día en tus atrios,
que mil en mi casa.
¡Te doy gracias, mil gracias Dios mío!
porque junto a Ti
encontré la felicidad plena.
¡Dios mío, confío en Ti!

Tú eres mi Sol y mi Escudo,
Tú me colmas de gracia 
y me haces participar de tu gloria,
has colmado mi vida de bienes,
porque Tú eres el Bien,
y has pacificado mi existencia,
porque Tú eres la Paz.

He quedado envuelta en tu Misericordia,
porque Tú eres Perdón,
y mi alma te canta agradecida,
porque Tú eres Amor.

¡Dichosa el alma que confía en Ti!

                   (Sor Mª Belén de Jesús, osc)

domingo, 14 de abril de 2013

Sor Mª Isabel, ¿me amas?


Pedro, ¿me amas? Señor, Tu sabes que te amo...Esta pregunta de Jesús a Pedro la repitió tres veces.
Pienso que en toda llamada por el Señor tiene que haber un diálogo de amor intenso, sentido.
Hablaré desde mi propia experiencia: desde mis primeros años de adolescente, el Señor Jesús me cautivaba y por lo tanto, el Amor con mayúscula era un intercambio entre Jesús y Mary.
Sentía que me decía: "¿me amas? Mírame muerto en la Cruz o en el Sagrario, todo mi amor para ti". Esto me enternecía de amor, a la vez oía en mi corazón: "Y tú por mí ¿qué piensas hacer?" Ante tanto amor, yo, henchida de gozo respondía: "Seré para Ti, me entregaré a Ti en la vida religiosa". Mas con el tiempo el amor se hacía más apremiante, más fluido; fue cuando decidí hacerme contemplativa.Me sentía amada y seducida por Él y me dejé seducir.
Me encantaba leer la vida de los santos antiguos, mártires y vírgenes, todas ellas jovencísimas, que con tamor ardor habían amado con pasión al Señor. Yo me decía: "Si ellas pudieron yo también seré tuya". Fomentaba este amor los ratos pasados en la Capilla de las Hijas de la Caridad o en la parroquia; eran ratos deliciosos, era un diálogo de amor fluido pero callado en el que me sentía amada de pies a cabeza.
A este propósito recuerdo que en el colegio, cuando me vestían de ángel para la Eucaristía o Adoración al Santísimo, era algo maravilloso. Sentía que mi amor tenía que ser para el Señor, como el del ángel que representaba; era una experiencia viva; me parecía que Jesús me tiraba dardos de amor para que fuea de él y me arrastraba en pos de sí, y yo de verdad me sentía verdaderamente amada por Él.
Después de muchos años de vida consagrada le digo cada día esta pequeña oración para que mi lámpara, mi vida no se apague:
"Señor, en tantos años que voy de un trabajo a otro, de una distración a otra, déjarme susurrar de rato en rato una palabra de amor a Ti. Que yo viva mi vida en lo sobrenatural, llena de energía para el bien y vigorosa en mi empeño de santidad. Este es mi amor por Ti.

(Sor Mª Isabel del Niño Jesús,)

Sor Mª Azucena, ¿me amas?


Tú lo sabes todo
y sabes que te quiero.
No es respuesta aprendida
es algo que llevo dentro.
Tu amor me da plenitud
y mi respuesta es sincera.
Tú sabes que yo te quiero,
te entrego mi vida entera.
Aunque la vida es difícil,
y haya sus olvidos y fallos,
a pesar de mis caídas,
Tú sabes que yo te amo.
Me confías la misión
de rezar por mis hermanos,
y si alguno se extravia
hacer que vuelva a tu lado.

(Sor Mª Azucena de Cristo Rey)

domingo, 7 de abril de 2013

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA


 SALMO A LA MISERICORDIA DIVINA

Tu misericordia me acompaña, Señor, todos los días de mi vida.

¡Jamás conoceré el precipicio!
El Señor guía mis pasos:
en valles apacibles da descanso a mis horas de fatiga...
y en aguas de limpia profundidad
renueva mi caminar agotado.

Tu misericordia me acompaña, Señor, todos los días de mi vida.

Me conduce a cimas de soledad compartida,
donde el gozo de su presencia misericordiosa
ilumina en plenitud un inmenso horizonte.

Tu misericordia me acompaña, Señor, todos los días de mi vida.

Aun en medio de mis más arduas tareas,
Él me procura serenidad en el obrar,
pues su firme compañía
hace inútil todo febril activismo.

Tu misericordia me acompaña, Señor, todos los días de mi vida. 

Me unge cada mañana con el perfume
del abandono en su presencia,
y me permite brindar cada anochecer
con la copa rebosante
de una conciencia en paz,
confiada en su misericordia sin fin.

 Tu misericordia me acompaña, Señor, todos los días de mi vida.

El fruto de mi peregrinación en este suelo
será compartido eternamente en la mesa del banquete fraternal,
gracias a la misericordia del Señor,
que dió firmeza a mi vida
con su presencia cargada de futuro.

 Tu misericordia me acompaña, Señor, todos los días de mi vida.


Oración a la Divina Misericordia pronunciada por Juan Pablo II para confiar el mundo a la Divina Misericordia, en el Santuario de la Misericordia Divina, Cracovia, el sábado 17 de agosto de 2002.

 Dios, Padre Misericordioso, que has revelado Tu Amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo: Te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten Tu Misericordia, para que en Ti, Dios Uno y Trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza. Padre Eterno, por la Dolorosa Pasión y Resurrección de Tu Hijo, Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.

sábado, 6 de abril de 2013

A todas las Hermanas Clarisas y Concepcionistas Franciscanas



Mis muy amadas Hermanas Clarisas y Concepcionistas Franciscanas: Vuestro hermano José os desea salud y paz (cf. 5CtaCl 1). 
Como seguramente muchas de vosotras ya sabréis, Su Santidad el papa Francisco me ha nombrado Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Quiero, en estos momento importante de mi vida, compartir algunos sentimientos con vosotrAs, mis queridas hermanas contemplativas. 
En mi corazón se entremezclan sentimientos de alegría, tristeza y temor a la vez. Alegría por la confianza que el Señor, a pesar de mis muchas debilidades, sigue poniendo en mí. Alegría porque el Santo Padre confía en la Orden y en mí, poniendo en mis manos una gran responsabilidad en la animación de la vida religiosa y consagrada en la Iglesia. Tristeza porque me veo obligado a vivir separado de mis hermanos, aunque solo sea temporalmente. Temor porque no sé lo que esa nueva responsabilidad va a requerir de mí y no sé si estaré a la altura de la circunstancia. A pesar de la tristeza y del miedo que siento he aceptado el nombramiento porqué “sé de quien me he fiado” (2Tm 1, 12), palabras que he escogido como lema episcopal. También lo he aceptado porque cuando hice el voto de obediencia he prometido, como Francisco, “obediencia y reverencia” al señor Papa (2R 1, 2). Desde la fe, acepto este nombramiento como un “don” que me hace el Señor y la Iglesia, y en actitud de “restitución” intentaré vivirlo desde la lógica del don sin reservas. 
 Mirando hacia atrás, sólo puedo confesar que el Señor ha sido bueno conmigo (cf. Sal 125, 3) y su misericordia y su amor hacia mí han sido sin límite. Por ello quiero hacer mías las palabras del salmista cuando confiesa: “Cantaré eternamente su misericordia” (Sal 88, 1). Con María, la “virgen hecha iglesia” proclamo la grandeza del Señor, porque miró mi pequeñez (cf. Lc 1, 48) y con la Hermana Clara agradezco al Señor el que me haya pensado, amado y llamado a la vida y a la vida franciscana. 
Mi gratitud va también a vosotras, mis queridas hermanas Clarisas y Concepcionistas. Mucho ha sido lo que hemos trabajado juntos en estos años. Grande es la ayuda recíproca que nos hemos dado. Enorme el cariño fraterno que nos profesamos. Por mi parte he intentado ser fiel a la promesa de san Francisco a Santa Clara (RCl 6, 3-4) y a la responsabilidad histórica que adquirimos con el carisma concepcionista franciscano. A unas y otras he intentado prestaros “cuidado” y “solicitud” de hermano. Vosotras habéis respondido con una generosidad sin reservas y hoy me siento deudor de tanto amor y cariño como me habéis dispensado en estros 10 años de servicio como Ministro de la fraternidad universal y sucesor del Seráfico Padre san Francisco. Gracias hermanas. 
Mi ordenación episcopal está prevista para el día 18 de mayo, víspera de Pentecostés. Os ruego, por el amor de Dios y “besándoos los pies”, que ese día os unáis a mi en la oración. 
Mis amadas Hermanas en el Señor: Ya no os escribiré las cartas que os escribía todos los años, ya no os visitaré como lo hacía cada vez que visitaba a los hermanos en las distintas Entidades. Pero sabed que donde quiera que esté, haga lo que haga, os llevaré siempre en mi corazón y contad con mi ayuda fraterna. Creo firmemente en la actualidad de vuestro carisma franciscano, clariano y concepcionista. Creo en la importancia y necesidad de vuestra misión de contemplativas en la Iglesia y en el mundo. Creo en vosotras, pues sé santidad que se esconde entre los muros de vuestros monasterios. Contad conmigo como yo cuento con vosotros. 
Ahora que el Señor me llama a asumir otras responsabilidades en bien de la Iglesia y de la vida religiosa y consagrada, vengo, en cuanto mendicante, a pediros encarecidamente que sigáis orando por mí. Necesito de vuestra oración, como la he necesitado hasta ahora. Sigamos unidos en el afecto fraterno y en la oración.
Siendo esta la última carta que os dirijo como Ministro y siervo, con profunda emoción, os bendigo en el Seráfico Padre.
 Fr. José Rodríguez Carballo, 
ofm Ministro generale, OFM

jueves, 4 de abril de 2013

Felicitación Pascual


"La Resurrección de Jesús es nuestra gran esperanza y abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado y la muerte pueden ser derrotados. Y ello nos lleva a vivir con mayor confianza las realidades cotidianas y afrontarlas con valentía. La Resurrección de Cristo ilumina con una luz nueva el día a día. ¡La Resurrección de Cristo es nuestra fuerza!...
 ¡La Resurrección de Cristo es nuestra mayor certeza; es el tesoro más precioso! ¿Cómo no compartir con los demás este tesoro? 
¡Dejémonos iluminar por la Resurrección de Cristo! ¡Dejémonos transformar por su fuerza, para que también a través de nosotros, en el mundo, los signos de muerte dejen lugar a los signos de vida!
La alegría de saber que Jesús está vivo no se puede contener... "
(Papa Francisco)